Dedicado a. Iván E. Jiménez.
El esconde tras un escritorio, sentimientos fundidos, oculta tras papeles sueños de niño, su mirada perdida demuestra ilusión por el recuerdo de un amor que eclipsa cualquier dolor.
Llega a su casa... es tarde, abre sigilosamente para no despertarla, su alma atormentada descansa, sabe que al subir las escaleras, cruzar el pasillo y entrar en la habitación, aquella gris fría habitación, estará iluminada por la belleza femenina que duerme plácidamente, era ella la que tanto esperaba que hoy su casa habitaba, se hacía llamar su esposa, compañera extrañada, felicidad creciente fundadora de ilusiones pendientes para una vida carente.Pasa la entrada y sube en silencio, entra a la habitación y tropieza con un cuerpo, prende la luz al sentir un estremecimiento, su corazón se quiebra al ver a aquella la que tanto amaba en el suelo ensangrentada, parecía dormir profundamente sus labios azules lo llamaban tentadoramente a posar un beso cruel y latente en un cuerpo muerto que ya no siente.
Hoy el está preso acusado de su muerte, su mente aturdida no entiende cual alma infiel roba su vida, acorrala su piel a cuatro paredes, le quita su anhelo, lo vuelve mediocre, condena su alma a un perecer consciente de que la felicidad está ausente, se ha ido para siempre con aquellos que ya no sienten y viven encerrados en un cajo frio y solemne.
Escrito en las estrellas esta, que a cubrir sus lágrimas ella volverá, lo hará sonreír de manera fugaz y a liberarlo de la prisión que lo hizo claudicar, cubrirá sus heridas lo ayudara a levantar ese corazón que vio venir el final sucumbió en el fango para no salir jamás.
Flora Way.
